Quillacollo, Bolivia — El escenario político del municipio de Quillacollo comienza a mostrar un quiebre histórico.
Con la inscripción de candidaturas ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), la ciudadanía percibe el ocaso de los políticos tradicionales, conocidos por muchos vecinos como “dinosaurios de la política”, y el surgimiento de nuevas figuras con opciones reales de disputar la Silla Municipal.
En las últimas horas, tres candidatos visibles emergieron con fuerza y posibilidades concretas de ganar las elecciones municipales: Charles Becerra, Luis Santa Cruz y Armando Cabrera, quienes se posicionan como las principales cartas en una contienda marcada por el hartazgo ciudadano y la demanda de un cambio profundo en la forma de gobernar Quillacollo.
Si bien el proceso electoral contará con la participación de otros candidatos y candidatas —cuya presencia es saludada por el entusiasmo democrático que representan— el debate central gira en torno a una evaluación severa de la actual gestión municipal, que para amplios sectores de la población fracasó rotundamente.
CUATRO AÑOS DE DESORDEN, CAOS Y FRUSTRACIÓN
La administración municipal saliente es señalada por la población como ineficiente y carente de liderazgo, responsable de haber sumido a Quillacollo en cuatro años de desorden institucional, improvisación y caos urbano.
Obras inconclusas, falta de planificación, conflictos internos y denuncias recurrentes marcaron una gestión que, lejos de resolver los problemas estructurales del municipio, los profundizó.
Hoy, el sentimiento ciudadano se expresa con fuerza en calles, mercados y barrios: “¡En Quillacollo muera la corrupción!”
Una consigna que resume el rechazo popular a viejas prácticas políticas, al uso discrecional de los recursos públicos y a la ausencia de resultados concretos para la gente.
UN VOTO CASTIGO Y UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA
El proceso electoral que se avecina se perfila como un voto castigo contra quienes condujeron el municipio al estancamiento y una oportunidad histórica para renovar el liderazgo local.
La ciudadanía exige honestidad, capacidad de gestión y transparencia, valores que hoy se vuelven determinantes al momento de elegir a la próxima autoridad municipal.
Quillacollo parece decir basta. Basta de corrupción, basta de improvisación y basta de políticos que prometen y no cumplen.
Las urnas, en marzo, serán el escenario donde el pueblo decida si entierra definitivamente a la vieja política o si permite que el desastre continúe.
Quillacollo, Bolivia — El escenario político del municipio de Quillacollo comienza a mostrar un quiebre histórico.
Con la inscripción de candidaturas ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), la ciudadanía percibe el ocaso de los políticos tradicionales, conocidos por muchos vecinos como “dinosaurios de la política”, y el surgimiento de nuevas figuras con opciones reales de disputar la Silla Municipal.
En las últimas horas, tres candidatos visibles emergieron con fuerza y posibilidades concretas de ganar las elecciones municipales: Charles Becerra, Luis Santa Cruz y Armando Cabrera, quienes se posicionan como las principales cartas en una contienda marcada por el hartazgo ciudadano y la demanda de un cambio profundo en la forma de gobernar Quillacollo.
Si bien el proceso electoral contará con la participación de otros candidatos y candidatas —cuya presencia es saludada por el entusiasmo democrático que representan— el debate central gira en torno a una evaluación severa de la actual gestión municipal, que para amplios sectores de la población fracasó rotundamente.
CUATRO AÑOS DE DESORDEN, CAOS Y FRUSTRACIÓN
La administración municipal saliente es señalada por la población como ineficiente y carente de liderazgo, responsable de haber sumido a Quillacollo en cuatro años de desorden institucional, improvisación y caos urbano.
Obras inconclusas, falta de planificación, conflictos internos y denuncias recurrentes marcaron una gestión que, lejos de resolver los problemas estructurales del municipio, los profundizó.
Hoy, el sentimiento ciudadano se expresa con fuerza en calles, mercados y barrios: “¡En Quillacollo muera la corrupción!”
Una consigna que resume el rechazo popular a viejas prácticas políticas, al uso discrecional de los recursos públicos y a la ausencia de resultados concretos para la gente.
UN VOTO CASTIGO Y UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA
El proceso electoral que se avecina se perfila como un voto castigo contra quienes condujeron el municipio al estancamiento y una oportunidad histórica para renovar el liderazgo local.
La ciudadanía exige honestidad, capacidad de gestión y transparencia, valores que hoy se vuelven determinantes al momento de elegir a la próxima autoridad municipal.
Quillacollo parece decir basta. Basta de corrupción, basta de improvisación y basta de políticos que prometen y no cumplen.
Las urnas, en marzo, serán el escenario donde el pueblo decida si entierra definitivamente a la vieja política o si permite que el desastre continúe.



