Cochabamba, 28 de julio de 2025. A medida que se calienta el clima electoral en Bolivia, crece también la preocupación por la falta de propuestas sólidas entre los candidatos que aspiran a ocupar la silla presidencial.
Ninguno de los postulantes ha demostrado hasta el momento una comprensión clara y profunda de la realidad nacional. Se percibe un discurso repetitivo, superficial, alejado de las verdaderas potencialidades y necesidades del país.
En vez de diseñar políticas económicas sostenibles, muchos de los aspirantes continúan hablando de préstamos internacionales como única vía para enfrentar la crisis económica.
Es preocupante que en un país rico en recursos naturales —litio, gas, petróleo, minerales estratégicos, suelos fértiles y biodiversidad— no se hable de una agenda seria de exploración, industrialización ni mucho menos de soberanía económica.
¿Dónde están las políticas de exploración y explotación responsable de hidrocarburos? ¿Por qué el saqueo silencioso de minerales no forma parte de los debates presidenciales? ¿Por qué los sectores productivos como la agricultura y la ganadería siguen siendo ignorados por los grandes bloques políticos?
La ausencia de propuestas concretas demuestra una peligrosa desconexión con la realidad boliviana. Más aún, preocupa el oportunismo político de actores como el Movimiento al Socialismo (MAS), que insiste en reciclar liderazgos obsoletos.
Andrónico Rodríguez, por ejemplo, ha evidenciado una profunda ignorancia política en sus recientes apariciones públicas, repitiendo eslóganes sin contenido, sin mostrar un plan coherente de nación.
La política se ha convertido en un simple escalón al poder, en lugar de ser un instrumento de servicio público. Mientras tanto, el pueblo boliviano sigue esperando líderes que estén dispuestos a transformar el país desde la realidad, no desde la retórica.
Uno de los pocos líderes que ha demostrado gestión y capacidad técnica es Manfred Reyes Villa, actual alcalde de Cochabamba.
Su administración ha mostrado eficiencia, obras concretas y planificación urbana a pesar de las limitaciones presupuestarias. Su figura contrasta con la mediocridad política dominante y, al menos por ahora, representa una excepción en medio del desierto de ideas.
Bolivia necesita más que caudillos y discursos populistas: requiere estadistas, hombres y mujeres que miren hacia adelante con un proyecto de nación basado en la riqueza real del país y en el esfuerzo productivo de su gente.