La Cámara Internacional del Litio y Energías (CIL Lithium) plantea una estrategia de integración entre Argentina, Chile y Bolivia para que el denominado “Triángulo del Litio” deje de ser un simple proveedor de materias primas y se convierta en un actor relevante del mercado global. Bolivia, que posee una de las mayores reservas de litio del mundo —más de 23 millones de toneladas según estimaciones oficiales—, es clave en este proceso.

De acuerdo con el portal Minería & Desarrollo, Pamela Goicovich y Sebastián Quiñones, presidenta y director de la CIL, explicaron que el objetivo es dejar atrás la condición histórica de ser únicamente tomadores de precio. Goicovich afirmó que los tres países deben coordinar esfuerzos, pues la competencia no es entre vecinos, sino frente a un mercado cada vez más dinámico. “Estamos en condiciones de ofrecer las mayores reservas geológicas, la mayor disponibilidad y la mejor eficiencia costo-efectiva del mundo”, señaló.

La estrategia regional propone obtener un precio diferencial para el litio del Triángulo, considerado “inherentemente más valioso”. Goicovich destacó que se produce con energía solar y con el aval de comunidades originarias, lo que impulsa un nuevo sello de liderazgo sostenible.

La CIL proyecta que el precio del carbonato de litio se estabilizará a largo plazo entre $us 20.000 y $us 25.000 por tonelada, empujado por una demanda que podría crecer más del 30% anual. Sin embargo, esto requerirá una mayor racionalización de la producción. Hace dos años, este mineral alcanzó picos de $us 70.000 la tonelada.

Quiñones indicó que la viabilidad de muchos proyectos dependerá de la adopción de tecnologías de extracción directa (DLE), que reducen costos y permiten competir en un escenario de precios a la baja. Argentina, con más de 35 proyectos en diferentes etapas, aporta experiencia clave en esta materia.

La Cámara sostiene tres pilares fundamentales: el desarrollo económico para sus socios; la articulación entre tecnología, academia y comunidades originarias para evitar errores del pasado; y la estandarización de valores enfocados en respeto ambiental, consumo responsable de agua y energía, inclusión femenina y redistribución de beneficios.

En su hoja de ruta hacia 2030, la CIL prioriza generar confianza entre los países, fortalecer capacidades mediante la vinculación de investigadores con la industria y apostar por la transformación productiva. Esto incluye avanzar hacia productos de mayor valor agregado como hidróxido y cloruro de litio.

Goicovich destacó que Chile puede aportar su infraestructura portuaria del norte para complementar la logística de Argentina y Bolivia. Los directivos remarcaron que la visión de futuro debe ser sistémica y entender que el litio es solo una pieza dentro de una transformación energética de mayor alcance.