Una investigación del diario argentino Clarín recorrió la ruta de la cocaína que es enviada a Europa vía Argentina. Bolivia se encuentra en el primer tramo, como país productor, y se caracteriza por la presencia de ‘narcovuelos’.
El reporte indica que la ruta comienza en la zona de VRAUM (Perú) y que “el 95% de los ‘narcovuelos’ tienen como destino Bolivia” y que desde el país vecino se envía pasta base.
“Si bien Bolivia es otro de los tres productores de cocaína, los narcos del departamento de Beni y Santa Cruz de la Sierra encargan kilos de pasta base peruana, por su costo. Y hacen la ‘refinación’, que es el paso que encarece al producto: en sus cocinas convierten la pasta base en cocaína”, indica el medio argentino.
Un informe de la Felcn del 2019, citado por Clarín, señala que desde Beni parten 30 ‘narcovuelos’ diarios, con 500 kilos droga.
“Las organizaciones bolivianas cruzan los cargamentos al Chaco paraguayo y lo venden. Tienen clientes brasileros y paraguayos. Estos últimos se dedican a cargar sus avionetas y viajar hacia el sur del país. Se trata, en varios casos, de grupos que se dedicaban al envío de marihuana a Argentina. Y hoy hacen lo mismo, pero con la cocaína, aumentando sus ganancias”, señala.
El destino son las ciudades al sur de Paraguay que “apuntan a cruzar cargamentos a Argentina”.
En Argentina, el cargamento se descarga y es transportado hasta galpones alquilados. “Luego prepararán los autos y camiones que usarán los transportistas, para mover la carga hasta Buenos Aires”, detalla el medio.
La droga es transportada vía terrestre por caminos alternativos y si hay controles, los traficantes esperan que se levante el control para seguir la ruta.
Finalmente, la carga llega a puertos en Buenos Aires. El viaje continuará en un contenedor “mezclado en mercadería de exportadores que no imaginan que sus productos viajan junto a cientos de kilos de cocaína”.
El Clarín señala que la droga llega a Valencia o Barcelona, donde se saca el cargamento. Según el diario argentino, hay empleados portuarios involucrados y que reemplazan los precintos de la mercadería original.
En ese lugar comienza su tráfico en España, donde la «dosis más chica se vende a 60 euros».