El lago Titicaca está enfermo y las autoridades de los tres niveles se responsabilizan unas a otras. Inspecciones recientes y una investigación doctoral evidencian que el “lago sagrado” está cada vez más contaminado por desechos mineros, aguas servidas y residuos sólidos, la mayoría proviene de la segunda ciudad más grande del país: El Alto.
Si en 2015 la mancha de contaminación del lago era de 30 kilómetros cuadrados, para 2018 creció a 84 kilómetros cuadrados, dijo el investigador en hidrología Afnan Agramont, quien realizó un estudio, publicado en febrero de este año, con el apoyo de la Universidad Católica Boliviana (UCB) San Pablo y el Consejo de Universidades Flamencas de Bélgica.
La contaminación no es reciente, pero va creciendo, añadió el docente de Medioambiente de la UCB, César Pérez, quien el 11 de agosto visitó la cuenca Katari y constató su lamentable podredumbre.
Esta cuenca nace en los nevados como el Huayna Potosí e inmediatamente se topa con 2 millones de metros cúbicos de residuos mineros en el valle de Milluni. Estos residuos se depositaron en más de 100 años de actividad minera y drenan aguas ácidas, explicó Agramont.
Las aguas pasan por El Alto, donde alcanzan los 34,2 millones de metros cúbicos de aguas residuales y 280 toneladas de basura que cada año se depositan en los ríos Seque y Seco.
Después de recorrer poblaciones como Viacha, Laja, y Pucarani, el agua altamente contaminada desemboca en la bahía de Cohana, que da al lago Titicaca.
“El Titicaca es el recurso hídrico más importante de los Andes”, dijo Agramont. Su enfermedad afecta a toda la región.
Los funcionarios municipales, departamentales y nacionales se responsabilizan mutuamente de lo que ocurre, mientras la contaminación sigue.
El viceministro de Medio Ambiente, Magin Herrera, señaló que constataron la contaminación y avisaron a los involucrados que tomen los recaudos necesarios. Dijo que por ahora “sólo hay recomendaciones para que no sigan contaminando”.
El director de Saneamiento Básico, Recursos Hídricos y Control Ambiental de la Alcaldía de El Alto, Rolando Orellana, dijo que “donde hay población urbana hay contaminación”.
Sin embargo, responsabilizó de buena parte de la contaminación a la Epsas, encargada de la planta de tratamiento de aguas residuales de Puchukollo (Laja), por no tratar todas las aguas servidas que se generan en las ciudades.
Mientras que, desde la Gobernación de La Paz, el director de Recursos Naturales, Luis Saucedo, señaló que la contaminación de la cuenca Katari “es también responsabilidad de cada municipio, nosotros sólo podemos avisar si se incumple la norma”.
Manifestó que gran parte de la responsabilidad recae en la Unidad de Gestión de la cuenca Katari, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, la cual gestiona recursos nacionales e internacionales cuyos montos no se les dio a conocer, según Saucedo.
No hay respuestas claras ni planes efectivos. Por ello, Agramont concluyó que lo que se hizo hasta el momento desde el Estado ha sido insuficiente.