En Cochabamba, mientras el país atraviesa una de las peores crisis económicas y energéticas de los últimos tiempos, ciertos grupos de poder político se han dedicado a sembrar difamaciones y montar acusaciones falsas contra la administración municipal.
Con estrategias de guerra sucia, buscan desacreditar la gestión del alcalde Manfred Reyes Villa, cuyo “único delito”, como señalan sus allegados, es servir a su pueblo y trabajar por el desarrollo de la región.
Según declaraciones de Mauricio Muñoz, detrás de estas campañas oscuras se encuentran actores ligados a corrientes políticas contrarias, desde sectores evistas y seguidores de Samuel Doria Medina, hasta pequeños grupos empresariales que priorizan intereses particulares sobre el bienestar de la ciudad.
“La difamación se ha convertido en su estrategia. Atacan sin pruebas, inventan supuestos casos de corrupción y buscan manchar la imagen de quienes están comprometidos con Cochabamba”, denunció.
La realidad es que, pese a las limitaciones económicas que afectan a todo el país y restringen la ejecución de grandes planes de desarrollo, en Cochabamba se continúa avanzando con obras que mejoran la infraestructura urbana y los servicios a la población.
La guerra sucia no solo daña la dignidad de los líderes que trabajan por la región, sino que también afecta la imagen de Cochabamba misma, una ciudad que busca progresar pese a las adversidades nacionales.
En momentos de crisis, lo que el pueblo necesita es unidad, seriedad y propuestas constructivas, no campañas de desprestigio que solo alimentan la confrontación y retrasan el desarrollo.
Es tiempo de reflexionar: la política debería estar al servicio del pueblo y no al servicio de intereses oscuros que buscan destruir reputaciones y manipular conciencias. Cochabamba merece respeto, y sus autoridades merecen ser evaluadas por su gestión, no por difamaciones sin sustento. BPA