Quillacollo, Cochabamba. — Lo que alguna vez fue una de las regiones más prósperas y prometedoras del valle cochabambino hoy se encuentra atrapada en el abandono, la improvisación y la falta de visión de sus autoridades municipales.
Quillacollo vive una crisis estructural producto de la ausencia de planificación, liderazgo y políticas de desarrollo sostenible. Los candidatos a la alcaldia estaran en posibilidades de construir una ciudad integral y sostenible
A pesar de su ubicación estratégica y su enorme potencial económico, turístico y agrícola, Quillacollo se ha convertido en una ciudad caótica, sin rumbo ni dirección.
Las calles desordenadas, el crecimiento descontrolado de barrios y la falta de servicios básicos son la muestra más evidente de un municipio que ha sido dejado a su suerte por administraciones que no han sabido responder a las demandas de su población.
La realidad actual es preocupante: no existe un plan de desarrollo integral, no se promueven inversiones productivas, y la expansión urbana avanza sin criterio técnico ni social. La falta de control en la planificación territorial ha generado una urbe desorganizada, con problemas de tránsito, basura, inseguridad y deterioro ambiental.
Además, Quillacollo se ha convertido en un refugio para miles de familias migrantes que llegan en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, la falta de políticas públicas y de infraestructura adecuada ha generado una población vulnerable, desprotegida y muchas veces marginada por la indiferencia de las autoridades locales.
La crisis de gestión municipal ha convertido a Quillacollo en un ejemplo de ineficiencia y desinterés político. Mientras otras ciudades del eje metropolitano avanzan con proyectos de modernización y desarrollo sostenible, Quillacollo sigue rezagada, atrapada en la burocracia, el clientelismo y el abandono.
Los quillacolleños demandan un cambio urgente. Reclaman autoridades que piensen en el desarrollo y no en la política mezquina, que planifiquen el futuro con responsabilidad y que devuelvan al municipio la dignidad perdida.
Quillacollo no merece seguir siendo una ciudad olvidada. Su gente trabajadora exige una gestión que apueste por el progreso, la planificación y el bienestar colectivo.
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