La coyuntura política en Cochabamba empieza a mover nuevas figuras, pero no todas llegan con ideas claras ni con un proyecto serio para modernizar la ciudad.

Tal es el caso de Jhon Mendoza, un candidato poco conocido, sin trayectoria política consolidada y cuya aparición en la arena pública se ha caracterizado más por la crítica fácil que por la presentación de propuestas reales.

En sus recientes declaraciones, Mendoza ha centrado su discurso en atacar constantemente la gestión del alcalde Manfred Reyes Villa, acusándolo de dejar “más problemas que antes”, pero sin respaldar sus afirmaciones con datos concretos, ni mucho menos ofrecer alternativas viables.

Su estrategia parece basarse exclusivamente en la confrontación personal y la desinformación, una práctica que la población cochabambina ya ha visto repetirse por años con resultados desastrosos para la gobernabilidad.

Mientras tanto, la gestión municipal actual continúa ejecutando obras de infraestructura, ampliación de redes de agua, proyectos viales, y modernización de servicios esenciales. Reyes Villa ha sido criticado como cualquier autoridad pública, pero sus resultados y datos de gestión son verificables, a diferencia de las afirmaciones lanzadas por Mendoza.

Diversos analistas sostienen que no basta con ser técnico o haber pasado por cargos administrativos: para dirigir una ciudad como Cochabamba se necesita visión estratégica, capacidad de consenso, experiencia y un proyecto integral de desarrollo urbano.

A la fecha, Mendoza no ha presentado un plan de modernización, ni un programa serio para mejorar la movilidad, la seguridad ciudadana, los servicios básicos o la economía local.

Ante esta falta de contenido, su campaña empieza a ser percibida como improvisada, reactiva y basada en la descalificación, una forma de hacer política que el electorado ha comenzado a rechazar. La ciudadanía exige propuestas y soluciones, no discursos vacíos ni ataques sin fundamento.

Si Jhon Mendoza pretende convertirse en una opción real para Cochabamba, deberá abandonar la política del insulto y la confrontación, y presentar un proyecto que aporte al bienestar y desarrollo de la ciudad. Hasta ahora, su aparición pública confirma que le falta experiencia, equipo, liderazgo y visión para asumir un desafío de esa magnitud.