Atocha, Potosí – 21 de julio de 2025.- San Vicente es una comunidad situada en una de las regiones más áridas y desérticas del sur boliviano. Rodeada de cerros pedregosos y parajes secos, se alza silenciosa una de las minas más antiguas y enigmáticas del país.
San Vicente es mucho más que una mina: es un símbolo de la riqueza desaprovechada de Bolivia, un escenario de historias que aún perviven en la memoria de sus habitantes, y un punto estratégico que exige mayor atención del Estado.
Mientras el viento sopla entre los cerros y las voces del pasado parecen susurrar entre las piedras, la pregunta sigue vigente: ¿será San Vicente algún día tierra de justicia, o seguirá siendo un lugar donde la riqueza se va y la leyenda queda?
Hoy, bajo administración de la transnacional Pan American Silver, la mina continúa siendo explotada, pero su historia va mucho más allá de la actividad extractiva.
Tierra de minerales, pistoleros y leyendas. La mina San Vicente, en el sur de Potosí, es más que una fuente de riqueza; es un escenario marcado por la historia, la violencia y el mito.
Ubicada en una región árida del municipio de Atocha, en Potosí, la mina San Vicente no solo destaca por sus reservas minerales, sino también por las historias que envuelven su pasado.
Desde la trágica muerte de dos pistoleros extranjeros —identificados como Butch Cassidy y Sundance Kid— hasta la leyenda de una mujer que hechizaba a los mineros, esta zona se ha convertido en un punto clave entre la historia, el misterio y la geopolítica minera.
UNA HISTORIA MARCADA POR BALAS Y ORO
Según crónicas locales y registros históricos, en 1908 llegaron dos forasteros armados y sospechosos a San Vicente.
Se trataba, presuntamente, de los legendarios bandidos del Viejo Oeste norteamericano: Butch Cassidy y Sundance Kid, quienes, tras haber robado un banco en Tupiza, se refugiaron en la zona.
Allí, en una casa de adobe cerca de la mina, habrían sido abatidos por la policía boliviana tras un intenso tiroteo. Sus tumbas aún son visitadas por turistas e investigadores que siguen fascinados por la historia.
UNA MUJER ENTRE LA NIEBLA DEL MITO
No todo es historia documentada. Entre los mineros antiguos y pobladores se cuenta que en las noches de luna llena, en los alrededores de la mina, aparece una mujer de belleza sobrenatural, vestida de blanco, que hechiza con su canto a los hombres solitarios.
“Dicen que si la sigues, te pierdes para siempre entre los socavones”, relata un anciano del lugar. Algunos creen que es un alma en pena de alguna viuda minera; otros, que se trata de la representación femenina de la Pachamama, que protege su territorio de los saqueadores.
RIQUEZA ENTERRADA BAJO EL POLVO
Más allá de la leyenda, San Vicente se erige sobre una verdadera fortuna mineralógica. Desde la colonia se extraía plata, y con el paso de los siglos se identificaron concentraciones de plomo, zinc y otros metales.
Hoy, existen sospechas de que también se exploran minerales estratégicos como el uranio o precursores del plutonio, lo que podría elevar el perfil de la mina a nivel internacional.
OLVIDO ESTATAL Y PODER EXTRANJERO
A pesar de su historia y su riqueza, San Vicente sigue siendo una comunidad olvidada. Los servicios básicos son escasos y los beneficios de la minería pocas veces llegan a la población. “Aquí el oro se va en camiones blindados, pero nosotros seguimos sin agua ni salud”, lamenta una pobladora local. (FAUSTO COLPARI)