La rebaja de la calificación de Bolivia por parte de Moody’s desde Caa3 a Ca, situándose en el grado especulativo, deteriora la visión sobre la capacidad del país de cumplir con sus obligaciones y dificultaría el acceso a financiamiento, por lo que el actual Gobierno estaría “dejando una bomba de tiempo” instalada para el siguiente ciclo político.
Moody’s rebajó la calificación de Bolivia al segundo nivel más bajo de la escala, reflejando una gobernanza muy débil que ha llevado al país a un mayor riesgo de crisis de balanza de pagos y default soberano. Entre tanto, los choques internos le restan capacidad al país “para estabilizar las ya muy bajas reservas de divisas y frenar el continuo deterioro de las condiciones económicas y financieras”, dijo Moody ’s en un comunicado.
El país atraviesa una necesidad crítica de liquidez en dólares, esencial para que el gobierno pueda evitar dificultades graves en la balanza de pagos, el cumplimiento de la deuda y la importación de combustibles.
Esta situación ha generado una fuerte incertidumbre y un panorama poco favorable para inversionistas, prestamistas y actores del mercado internacional, un factor que Moody’s habría considerado al momento de reducir la calificación crediticia de Bolivia.
En otras palabras, “el actual gobierno está dejando una bomba de tiempo instalada para el siguiente ciclo político”, dijo Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). “Las decisiones que no se tomen hoy se transformarán en restricciones más duras mañana”.
La rebaja de Moody’s no solo sería un juicio técnico, sino también un marcador político que, según el analista del IIF, anticipa una crisis de gobernabilidad si el país no redefine urgentemente su régimen fiscal y su inserción financiera.
Fortun explica que las condiciones de crédito “ya eran prohibitivas mucho antes de esta degradación” y ahora el panorama se agrava porque introduce una presión adicional sobre los actuales tenedores de bonos.
Algunos inversionistas institucionales podrían verse forzados a liquidar posiciones ante restricciones internas de portafolio, lo que podría generar desvalorizaciones adicionales en los títulos bolivianos en el mercado secundario.
“La percepción ya no es de un emisor con problemas temporales de liquidez, sino de un soberano con alta probabilidad de incumplimiento”, expresó Fortun.
En un análisis se dice que desde el 2021 las calificaciones de Bolivia “no han parado de caer, con una tendencia clara a que las mismas se rebajen año a año”.
“Evidentemente, estas calificaciones, que fueron rebajando en los últimos años, no es algo casual ni coyuntural, sino más bien causal y estructural”.
La rebaja de Moody’s a Ca sería, ante todo, la confirmación de las dificultades que ha tenido Bolivia para acceder a financiamiento voluntario en los mercados internacionales desde hace ya algunos años.