Bolivia.– Mientras la economía se hunde y las familias bolivianas hacen malabares para sobrevivir, los grupos políticos que tomaron el poder —entre ellos la alianza de Rodrigo Paz y Edman Lara— atraviesan una crisis interna que desnuda la verdadera prioridad de los nuevos gobernantes: pelear por cargos, no por soluciones.
La alianza Paz–Lara, presentada hace meses como un “proyecto renovador”, hoy está fracturada. Sus dirigentes están más ocupados en ver qué ministerio, qué dirección o qué institución pueden controlar, antes que en discutir un plan económico serio para frenar la inflación, generar empleo o reactivar el aparato productivo.
La población lo resume en una frase: “se están repartiendo el país mientras la gente se empobrece”.
LA CRISIS ECONÓMICA YA GOLPEA FUERTE
Los precios suben cada semana. Los alimentos básicos cuestan más. El salario alcanza menos.
Mientras tanto, el Gobierno anuncia más préstamos internacionales como si fueran logros, cuando en realidad significan más deuda para un Estado que ya no sabe cómo sostenerse.
La industria está paralizada, el comercio informal se desborda y los productores advierten que no hay condiciones para sembrar ni para vender. Las pequeñas empresas cierran o reducen personal, los jóvenes no encuentran trabajo y las familias viven entre el endeudamiento y la incertidumbre.
En este panorama, los únicos que parecen ganar son ciertos grupos comerciales que especulan con los alimentos, suben precios sin control y aprovechan la falta de una política económica seria.
POLÍTICOS PELEANDO, EL PAÍS RETROCEDIENDO
Mientras la gente lucha por sobrevivir, la clase política se ha encerrado en una guerra interna por el control del Estado.
La ruptura entre Rodrigo Paz y Edman Lara no es un problema aislado: es una muestra del fracaso general de las alianzas improvisadas, armadas solo para llegar al poder y repartirse cargos.
Hoy, esos pactos se desmoronan porque la ambición supera a la responsabilidad. No hay visión de país, no hay programa de gobierno, no hay liderazgo. Solo hay un objetivo: capturar espacios de poder cueste lo que cueste.
Los conflictos internos ya están generando confrontación, paralizando decisiones y dejando al país sin dirección en un momento crítico.
En vez de reactivar la economía, pelean. En vez de frenar la inflación, se atacan entre ellos. En vez de gobernar, se reparten el botín, mientras hay un país sin futuro si no se cambia el rumbo
La sensación generalizada es clara: Bolivia está siendo conducida hacia una crisis aún más profunda.
Sin un plan productivo, sin inversión, sin estabilidad, sin acuerdos mínimos, el país avanza hacia una situación insostenible donde el desgaste político se suma al deterioro económico.
La población exige que los gobernantes dejen de lado la pelea por cargos y atiendan lo urgente: Reactivar la producción, frenar la inflación, generar empleo, proteger a los que menos tienen y recuperar la institucionalidad perdida.
Hasta que eso no ocurra, Bolivia seguirá atrapada entre la confrontación política, la improvisación económica y un futuro cada vez más incierto. (FAUSTO COLPARI EXPERTO EN COMUNICACION POLITICA)



