La lucha interna por el control del partido oficialista boliviano Movimiento al Socialismo (MAS) ha pasado del ámbito político al privado: Este diez de octubre, el expresidente Evo Morales debería declarar en un caso de presunta "trata de personas" y "estupro", pero el ex presidente decidió no asistir a las declaraciones.
Según las acusaciones, el exmandatario habría creado entre 2014 y 2015 una especie de guardia juvenil a su disposición, conocida como "Generación Evo", compuesta por mujeres de 14 y 15 años. Además, habría violado y embarazado a una joven integrante de 15 años.
El líder político del MAS, Evo Morales, que gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, niega las acusaciones, y aseguró que va a "ganar esta batalla jurídica". En la red social X, sostuvo que el actual presidente boliviano, Luis Arce, busca "encubrir la grave crisis económica" mediante su "persecución política".
"Aunque los indicios apuntan a la posibilidad de conductas criminales graves por parte del exmandatario, el contexto político actual no puede ser ignorado", observa Daniela Osorio Michel, investigadora postdoctoral del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).
En entrevista con DW, la politóloga destaca la fractura dentro del MAS, particularmente entre Evo Morales y el actual presidente, Luis Arce. Ambos políticos libran una guerra interna por la candidatura de su partido rumbo a las elecciones presidenciales de 2025. En opinión de Osorio Michel, el "timing" del proceso judicial, el momento justo en que tiene lugar, levanta "sospechas".
Por su parte, el periodista Rafael Archondo recuerda a DW que, en Bolivia, las altas autoridades judiciales son elegidas por voto popular desde hace más de una década, subordinándose a los factores partidarios y electorales.
"El sistema judicial es una herramienta sumisa en manos de los distintos Gobiernos", sentencia el doctor en investigación social con especialización en ciencia política.
Archondo cree que la fiscal Sandra Gutiérrez, que inició la investigación contra Morales, pertenece a la facción del MAS que respalda al actual Gobierno de Arce. "Es probable que la investigación responda a un interés por afectar la imagen de Morales, que ya lleva dos años atacando a Arce", agrega.
No obstante, el periodista boliviano no descarta que las acusaciones sean verosímiles: "Las sospechas de que Evo Morales utilizaba los recursos del Estado boliviano para persuadir a mujeres, muchas de ellas menores de edad, de que fueran sus parejas ocasionales, no son una novedad".
En 2016, por ejemplo, los medios revelaron una supuesta relación entre Morales y Gabriela Zapata, cuando ésta era menor de edad. Si bien Morales inicialmente reconoció la paternidad de un hijo de Zapata, más tarde, negó la existencia del bebé.
La académica Osorio Michel observa, además, que las acusaciones actuales son similares a las que surgieron en 2020, cuando Morales se habría relacionado con la joven Noemí M. En ambos casos, se mencionó que los padres de las muchachas habían obtenido beneficios políticos o económicos por permitir la relación.
En el marco del caso de la "Generación Evo", el exmandatario podría ser sentenciado a tres años de cárcel, explica Archondo, investigador postdoctoral en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En su opinión, el "reto de Morales consiste ahora en convencer a la opinión pública de que la acusación es falsa y que se funda en un deseo de lincharlo políticamente a fin de impedir su candidatura en 2025".
Sin embargo, la experta del GIGA cree que "en un país tan profundamente polarizado como Bolivia, las posiciones sobre Morales ya están arraigadas: sus seguidores ven estas acusaciones como una estrategia de persecución política, mientras que sus detractores llevan años denunciando su comportamiento inapropiado y potencialmente criminal".
Para la investigadora, el caso "refleja algo más profundo y preocupante sobre la política boliviana: la persistencia de un sistema patriarcal, machista y misógino, donde las mujeres, a menudo, son instrumentalizadas por las élites de poder".
Durante su mandato, prosigue, Morales no solo fue acusado de comportamientos machistas, sino que hacía abiertamente "chistes" y comentarios misóginos que dejaban en evidencia su actitud hacia las mujeres.
"Lo más triste", dice la politóloga, "es que esta realidad no se limita a la cúpula política, sino que también se refleja en la sociedad. Mientras las organizaciones feministas son prácticamente las únicas que han venido denunciando y condenando las acciones misóginas y pedófilas de Morales, así como las de muchos otros hombres en el poder, hay un preocupante silencio y hasta justificación en algunos sectores. Muchas voces, particularmente masculinas, en lo privado justifican e incluso celebran la 'virilidad' de Morales".