La Paz, 14 de mayo de 2025 — El escenario político boliviano sigue reconfigurándose a gran velocidad. En medio de la fractura interna del Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP), el líder de Súmate y alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, lanzó este martes una convocatoria pública a los candidatos y fuerzas políticas opositoras para conformar un “bloque de unidad nacional” con el objetivo de poner fin al ciclo del masismo en el poder.
“La historia nos está llamando a construir una nueva mayoría democrática. Bolivia no puede seguir prisionera de un modelo agotado. Es hora de unirnos, más allá de ideologías, para derrotar al MAS en las urnas”, afirmó Reyes Villa durante una conferencia de prensa.
La propuesta llega en un momento clave: el presidente Luis Arce ha declinado su candidatura para las elecciones de 2025 y Evo Morales ha sido inhabilitado por el Tribunal Constitucional, lo que ha profundizado la división dentro del MAS-IPSP.
Sin un liderazgo claro, el partido que dominó la política boliviana durante casi 20 años enfrenta hoy disputas internas entre el ala “evismo”, el “arcismo” y sectores renovadores como el liderado por Andrónico Rodríguez.
Rodríguez, actual presidente del Senado, ha criticado públicamente el rumbo del MAS, señalando que el partido “debe renovarse o corre el riesgo de extinguirse”.
El llamado de Reyes Villa ha generado reacciones divididas. Algunos líderes regionales y miembros de alianzas como Comunidad Ciudadana y CREEMOS han manifestado su apertura a un diálogo, mientras otros se mantienen cautelosos frente a una posible coalición marcada por antiguos antagonismos.
Aun así, analistas coinciden en que la propuesta de un bloque de unidad podría alterar significativamente la correlación de fuerzas en las elecciones de 2025.
Frente a un MAS debilitado, una oposición cohesionada podría tener opciones reales de asumir el poder, algo que no ha logrado en los últimos tres procesos electorales.
La izquierda boliviana, por su parte, se encuentra ante un desafío histórico: reinventarse sin Evo, sanar sus fracturas internas y recuperar la confianza popular.
El desenlace de esta crisis marcará no solo el futuro del MAS, sino el destino de todo el proyecto político progresista en Bolivia.