La Paz, 17 de mayo de 2025.- A pocos meses de las elecciones generales de agosto, Bolivia atraviesa un escenario político altamente fragmentado.
Con la izquierda debilitada tras la salida de Evo Morales y la derecha dividida entre varios frentes, el país se encamina hacia unos comicios marcados por la incertidumbre y sin liderazgos dominantes.
La reciente inhabilitación de Morales por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), junto a la anulación de la personería jurídica de su bloque del MAS, dejó a la histórica figura del expresidente fuera del tablero electoral.
La fractura interna del Movimiento al Socialismo ha profundizado la crisis de representación dentro de la izquierda, que no ha logrado consolidar un liderazgo alternativo ni una propuesta cohesionada.
Mientras tanto, la oposición de derecha no ha mostrado avances en la construcción de un frente común. Comunidad Ciudadana, Creemos y otros bloques regionales continúan operando por separado, sin lograr articular un proyecto nacional conjunto.
La dispersión de candidaturas podría debilitar sus posibilidades de avanzar a una segunda vuelta.
Ante este panorama, empiezan a surgir voces que plantean la necesidad de un gobierno de unidad nacional como alternativa viable. Analistas, sectores empresariales y organizaciones de la sociedad civil sugieren que, si el resultado electoral es altamente fragmentado, Bolivia podría requerir un acuerdo amplio entre distintas fuerzas para enfrentar los desafíos del país.
“El colapso de los liderazgos tradicionales y la falta de consensos mínimos abren la puerta a una posible transición pactada.
La prioridad debería ser la estabilidad democrática y la resolución de problemas estructurales como la crisis judicial, la economía y la polarización social”, opinó el analista político Gonzalo Fernández.
En un contexto donde ninguna fuerza parece tener el control absoluto del escenario electoral, las elecciones de 2025 podrían marcar el inicio de una nueva etapa política en Bolivia, caracterizada por el diálogo, las alianzas estratégicas y la necesidad de reconstruir la confianza ciudadana en las instituciones democráticas.
bilitada tras la salida de Evo Morales y la derecha dividida entre varios frentes, el país se encamina hacia unos comicios marcados por la incertidumbre y sin liderazgos dominantes.
La reciente inhabilitación de Morales por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), junto a la anulación de la personería jurídica de su bloque del MAS, dejó a la histórica figura del expresidente fuera del tablero electoral.
La fractura interna del Movimiento al Socialismo ha profundizado la crisis de representación dentro de la izquierda, que no ha logrado consolidar un liderazgo alternativo ni una propuesta cohesionada.
Mientras tanto, la oposición de derecha no ha mostrado avances en la construcción de un frente común. Comunidad Ciudadana, Creemos y otros bloques regionales continúan operando por separado, sin lograr articular un proyecto nacional conjunto.
La dispersión de candidaturas podría debilitar sus posibilidades de avanzar a una segunda vuelta.
Ante este panorama, empiezan a surgir voces que plantean la necesidad de un gobierno de unidad nacional como alternativa viable. Analistas, sectores empresariales y organizaciones de la sociedad civil sugieren que, si el resultado electoral es altamente fragmentado, Bolivia podría requerir un acuerdo amplio entre distintas fuerzas para enfrentar los desafíos del país.
“El colapso de los liderazgos tradicionales y la falta de consensos mínimos abren la puerta a una posible transición pactada.
La prioridad debería ser la estabilidad democrática y la resolución de problemas estructurales como la crisis judicial, la economía y la polarización social”, opinó el analista político Gonzalo Fernández.
En un contexto donde ninguna fuerza parece tener el control absoluto del escenario electoral, las elecciones de 2025 podrían marcar el inicio de una nueva etapa política en Bolivia, caracterizada por el diálogo, las alianzas estratégicas y la necesidad de reconstruir la confianza ciudadana en las instituciones democráticas. (FAUSTO COLPARI)