La Paz, Bolivia – junio de 2025.- En medio de una profunda crisis económica y social, Bolivia enfrenta una preocupante "guerra de encuestas" electorales promovida por distintos sectores políticos que buscan posicionarse con cifras hechas a medida. Estos estudios, difundidos masivamente en redes sociales y medios tradicionales, se han convertido en herramientas de propaganda más que de medición real del sentir ciudadano.
Diversos analistas y sectores de la sociedad civil coinciden en que las encuestas actuales carecen de transparencia, presentan datos contradictorios, y muchas veces son financiadas por intereses oscuros para favorecer a determinados líderes.
Lo cierto es que, mientras los políticos disputan escenarios virtuales y alimentan sus campañas con derroches de dinero, la ciudadanía enfrenta una cruda realidad: falta de empleo, escasez de recursos, alza del costo de vida y desesperanza generalizada.
“Hoy el pueblo no quiere saber de política ni de encuestas. Está más preocupado por cómo pagar el alquiler, comprar alimentos y sobrevivir en un país donde todo sube menos los ingresos”, señala Rosa Mamani, comerciante de El Alto.
La desconfianza en la clase política ha alcanzado niveles históricos. Se denuncia que los partidos están gastando millones de bolivianos en movilizaciones, eventos proselitistas, carteles y campañas digitales, sin que exista claridad sobre el origen de esos recursos.
¿De dónde salen tantos dólares en tiempos de crisis?, se preguntan ciudadanos y periodistas críticos, mientras la población apenas logra cubrir sus necesidades básicas.
Organizaciones independientes y académicos piden una fiscalización real de los fondos de campaña y un alto a la manipulación informativa. “Las encuestas en Bolivia se han convertido en una farsa conveniente. No reflejan la voluntad popular sino la estrategia de marketing de los candidatos”, afirma el sociólogo Ernesto Colque.
En este contexto, cada nueva encuesta publicada genera más sospechas que certezas. Las cifras varían drásticamente de una a otra según el medio o la afinidad política del patrocinador. El uso político de estos instrumentos desvirtúa su propósito y solo contribuye a una mayor polarización y desinformación.
La crisis que vive Bolivia exige soluciones reales y urgentes. Mientras los políticos siguen jugando a las elecciones anticipadas, millones de bolivianos siguen esperando respuestas concretas para salir de la pobreza, encontrar empleo y reconstruir un país golpeado por años de corrupción, mala gestión y falta de visión de Estado. (FAUSTO COLPARI)