La Paz, Bolivia. – A pocas horas de realizarse las elecciones presidenciales en Bolivia, el escenario político se presenta cargado de incertidumbre y expectativas.

Aunque las encuestas difundidas en las últimas semanas intentaron marcar tendencias, la realidad en las calles muestra un panorama distinto, con amplias concentraciones y un apoyo popular que no se refleja en los sondeos oficiales.

Según analistas y dirigentes políticos, este domingo podría darse una sorpresa electoral.

Uno de los candidatos más populares del país, pese a no figurar en los primeros lugares de preferencia en los estudios de opinión, ha logrado generar un respaldo masivo en distintas ciudades y provincias, lo que lo coloca en condiciones de disputar un espacio de privilegio en la votación.

La situación se torna aún más incierta si se toma en cuenta que más del 35% de la población aún no ha definido su voto, lo que convierte al electorado indeciso en un factor determinante para el desenlace de los comicios.

Al mismo tiempo, la credibilidad de las encuestas se encuentra seriamente cuestionada. Distintos sectores sociales y políticos denuncian que los sondeos carecen de sustento técnico y científico, y que en muchos casos fueron difundidos para favorecer a determinados candidatos.

En este contexto, el pueblo boliviano se prepara para acudir a las urnas en una jornada que podría redefinir el mapa político nacional.

Lo cierto es que, lejos de la aparente calma que muestran las cifras oficiales, la verdadera fuerza electoral se está expresando en las calles, en la movilización ciudadana y en el voto oculto que podría inclinar la balanza.

El país espera con expectativa una jornada decisiva que, según prevén los analistas, no solo marcará el rumbo político de los próximos años, sino que también podría evidenciar una profunda desconexión entre las encuestas publicadas y la voluntad popular.