La Paz, 18 de octubre de 2025. — En la antesala del balotaje presidencial, Bolivia se enfrenta a una de las etapas más críticas de su historia reciente. Lejos de mostrar señales de recuperación, el país se hunde cada día más en la dependencia económica, la pobreza estructural y la pérdida de soberanía sobre sus recursos naturales.
Bolivia sobrevive a base de préstamos de organismos internacionales, mientras su aparato productivo se encuentra paralizado y sin políticas de reactivación sostenibles. En las calles, los ciudadanos expresan su decepción y frustración ante una clase política que parece vivir de espaldas a la realidad nacional. “Somos un país limosnero que pide créditos en lugar de producir riqueza”, señalan los sectores sociales.
Durante la campaña electoral, ninguno de los candidatos en carrera —Rodrigo Paz Pereira ni Jorge “Tuto” Quiroga— presentó propuestas claras para reconstruir el aparato productivo o para recuperar el control sobre los recursos estratégicos del país. En cambio, se centraron en discursos populistas, promesas vacías y compromisos superficiales con los grupos de poder económico.
El saqueo de los recursos naturales continúa impune. Minerales estratégicos como los de las minas San Cristóbal, San Vicente, Bolívar y Mallku Khota siguen siendo explotados por empresas extranjeras con escaso beneficio para el Estado boliviano. Mientras tanto, las comunidades cercanas viven en abandono, pobreza y contaminación ambiental.
En el sector energético, la situación no es menos preocupante. Bolivia, que alguna vez fue referente en exportación de gas natural, ahora depende de la importación de diésel y gasolina, gastando millones de dólares en subsidios que asfixian la economía nacional. Sin una política seria de hidrocarburos ni inversión en exploración, el país camina hacia un colapso energético inminente.
A pocos días de las elecciones, la incertidumbre domina el panorama nacional. La población se pregunta si el resultado del balotaje traerá soluciones reales o simplemente prolongará la crisis que arrastra el país desde hace años.
“Las elecciones no cambiarán nada si los nuevos gobernantes no rompen con el modelo de dependencia, corrupción y saqueo,” opinan analistas y líderes sociales, quienes advierten que Bolivia necesita una revolución productiva y moral, no solo un cambio de nombres en el poder.
Hoy, Bolivia enfrenta una encrucijada histórica: seguir siendo un país que vive de préstamos y promesas, o despertar de una vez por todas para recuperar su dignidad, su economía y su soberanía.(FAUSTO COLPARI)