Cochabamba atraviesa un momento en el que la política partidaria parece haberse convertido en un campo de batalla sin principios ni propuestas.
Diversos sectores opositores han emprendido una campaña de censura y difamación contra la gestión municipal del alcalde Manfred Reyes Villa, lanzando acusaciones sin pruebas y apostando por la guerra sucia como única estrategia.
Lo que se evidencia detrás de estos ataques no es la búsqueda de transparencia, sino la desesperación de actores políticos que, carentes de ideas y de visión, ya han iniciado prematuramente una campaña electoral con la única obsesión de tomar la Alcaldía.
Como señaló el concejal Mauricio Muñoz, “los políticos nos desprestigian y deshonran al inventar supuestos actos de corrupción”, mostrando una vez más cómo las ambiciones personales terminan por sobreponerse al bien común.
En medio de esta confrontación, es necesario reflexionar sobre el rol que cumple Reyes Villa en la ciudad. Su gestión, más allá de las críticas interesadas, ha logrado encaminar proyectos de modernización, desarrollo urbano y servicios básicos que Cochabamba necesitaba desde hace décadas.
El impulso a la digitalización, la visión de construir una ciudad jardín y los esfuerzos por recuperar la imagen de la Llajta como capital gastronómica y cultural, muestran una administración con rumbo.
La ciudadanía demanda soluciones, no insultos. Reclama propuestas serias para el transporte, el medio ambiente, la seguridad ciudadana y la economía local. Sin embargo, los aspirantes a la silla municipal parecen más ocupados en ensuciar la imagen del alcalde que en plantear alternativas viables.
La democracia se fortalece con la crítica constructiva y la fiscalización responsable, no con la difamación y la mentira. Cochabamba merece respeto y unidad para seguir avanzando. La vieja política del insulto y la desinformación no puede seguir marcando el destino de la ciudad.