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Evo Morales y los gobiernos derechistas hicieron desaparecer la linea férrea entre Cochabamba - Oruro

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Oruro, 28 de septiembre de 2025.– A más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, en el departamento de Oruro, se levanta Tolapalca, un pueblo que alguna vez fue parte de la vital ruta ferroviaria que unía a Oruro con Cochabamba.

Evo Morales y los gobiernos derechistas hicieron desaparecer la linea ferrea entre Cochabamba - Oruro. En la actualidad en Bolivia ya no circulan los trenes y la empresa de ferrocarriles se encuentra en manos de venezolanos y los candidatos a la presidencia no hablan nada sobre el tema.

Su estación fue durante décadas una parada clave para el transporte de pasajeros y mercancías, contribuyendo al desarrollo económico de la región. Hoy, sin embargo, la vía férrea yace desmantelada y el poblado enfrenta el olvido.

La historia de Tolapalca está marcada por el ferrocarril. La ex estación, que aún conserva su arquitectura de época, es testimonio de un pasado en el que trenes cargados de minerales, alimentos y viajeros transitaban a diario, conectando a los valles con el altiplano.

Con el cierre de la línea, el pueblo quedó prácticamente aislado, sufriendo un estancamiento que contrasta con el auge que vivió en su tiempo.

Pese a este abandono, Tolapalca guarda un enorme potencial turístico. Sus paisajes altiplánicos, sus construcciones de adobe, sus cerros aledaños y la propia estación ferroviaria podrían convertirse en atractivos para visitantes interesados en la historia, la cultura y la naturaleza.

“Es un lugar asombroso, pero falta visión para recuperarlo y mostrarlo al mundo”, señalan vecinos de la zona.

En contraste, el debate político nacional sigue alejado de esta realidad. Mientras candidatos presidenciales y líderes políticos discuten en campañas, poco o nada se habla de la reactivación ferroviaria o de la recuperación de pueblos históricos como Tolapalca.

Sin embargo, el tren sigue siendo de interés nacional y una demanda latente en regiones que ven en el ferrocarril no solo un recuerdo, sino también una posibilidad de desarrollo sostenible.

Tolapalca espera. Su silencio, interrumpido apenas por el viento del altiplano, es un llamado a mirar más allá de los discursos políticos y reconocer que en cada estación olvidada late una parte de la historia y el futuro de Bolivia. (FAUSTO COLPARI)

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