COCHABAMBA – Bolivia atraviesa una de las peores crisis económicas y sociales de su historia reciente. Para diversos sectores políticos y ciudadanos, los responsables tienen nombre y apellido: Evo Morales, Luis Arce Catacora y Andrónico Rodríguez.
Tras más de dos décadas de control del Movimiento al Socialismo (MAS), el país se encuentra sumido en una alarmante escasez de dólares, sin producción petrolera autosuficiente y con una inflación creciente que golpea a las familias bolivianas.
Mauricio Muñoz, ejecutivo nacional del frente Súmate –organización que respalda a Manfred Reyes Villa– fue enfático al señalar que “la Bolivia productiva fue destruida por los líderes del Chapare con un modelo socialista caduco, basado en el control corporativo, el despilfarro y la manipulación política. Hoy tenemos hambre, desempleo y una pobreza creciente mientras ellos se pelean por el poder”.
Muñoz denunció además que los gobernantes masistas actuaron con total irresponsabilidad al no prever una caída en la producción de hidrocarburos ni la pérdida de reservas internacionales.
“Nos vendieron un ‘modelo exitoso’ que solo benefició a unos pocos, y ahora el pueblo paga las consecuencias de su fracaso”, afirmó.
Desde la ciudad de Cochabamba, Manfred Reyes Villa ha planteado alternativas concretas para salir del colapso. Según su entorno, su propuesta se basa en una economía moderna, competitiva y transparente, con incentivos a la inversión, fomento al agro, industrialización real y recuperación de las instituciones democráticas. “No se trata de repetir fórmulas fracasadas ni de seguir dividiendo al país. Es momento de unirnos, desterrar la corrupción y encaminar un nuevo rumbo de desarrollo”, señaló el equipo de Reyes Villa.
El país, que alguna vez se jactó de tener estabilidad macroeconómica, hoy enfrenta una fuga de capitales, pérdida de confianza internacional y un malestar generalizado que se expresa en protestas sociales, bloqueos y migración interna.
Mientras tanto, Evo Morales y Luis Arce continúan su guerra interna por el control del MAS, dejando a Bolivia a la deriva. La ciudadanía, cada vez más desencantada, exige soluciones reales y nuevos liderazgos que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses partidarios.