Tras el frustrado intento de un grupo de militares de derrocar al presidente Luis Arce, Bolivia se adentra en un nuevo período de incertidumbre política en plena crisis económica.
Desde el eventual malestar en los cuarteles hasta la feroz pugna por el poder dentro del oficialismo, aquí algunas claves sobre la tensa situación en este país de mayoría indígena y con importantes recursos de litio, clave para la transición hacia energías limpias.
Al cabo de varias horas de asedio al palacio de gobierno el miércoles, un grupo de militares se replegó con sus tanques, sin que se produjeran graves enfrentamientos. Doce civiles fueron heridos con balines.
El general Juan José Zúñiga, quien comandó la sublevación, fue detenido junto a otras 16 personas entre militares activos, en retiro y civiles.
Bolivia y el mundo celebraron la derrota de los golpistas. El destituido comandante del Ejército aseguró que se trató de un plan orquestado con Arce para elevar su popularidad, lo que llevó a la oposición a denunciar un supuesto sainete.
Pero más allá de las suspicacias, lo cierto es que hay malestar en las Fuerzas Armadas, aunque por ahora es difícil determinar si es un sector mayoritario, coinciden analistas.
"Creo que hay un problema dentro de las Fuerzas Armadas, pero el hecho de que se haya contenido el golpe de Estado prontamente dice que por ahora el poder civil se mantiene" sobre los militares, dijo a la AFP Gustavo Flores-Macías, académico y analista la Universidad Cornell de Estados Unidos.
Arropado por sus seguidores y la comunidad internacional, el presidente boliviano sale fortalecido de la intentona golpista.
"En el corto plazo esto apuntala su gobierno (...) Pero será breve", observa Pablo Calderón, del Northeastern University de Londres.
Cuando le resta poco más de un año para completar su mandato que comenzó en 2020, Arce enfrenta el descontento de los poderosos gremios de comerciantes y transportistas de cargas por el deterioro económico.
También está enfrentado a un ala de su partido, el Movimiento Al Socialismo, que se mantuvo leal al exmandatario Evo Morales en la pugna que libran ambos por la nominación para las presidenciales de 2025.
Esta fugaz sublevación "le dará un impulso" a su muy probable candidatura a la reelección y fue "una demostración de fuerza" frente a Morales, sostiene el analista Carlos Cordero, de la Universidad Católica Boliviana.
Evo Morales, el influyente líder indígena cocalero que gobernó por tres períodos entre 2006 y 2019, gracias a las reformas constitucionales que promovió, quiere volver al poder.
Cuando buscaba un cuarto mandato se vio forzado a renunciar por protestas que denunciaron un supuesto fraude electoral. Estuvo exiliado por un año y regresó para el juramento de Arce, su ministro de Finanzas durante sus casi 14 años de gobierno.
Sin embargo, ambos rompieron de manera gradual por el liderazgo del oficialismo. A finales de diciembre, el máximo tribunal inhabilitó a Morales para ser candidato, alegando que ya cumplió con los dos mandatos que permite la Constitución.
Morales sostiene que Arce se alió con los jueces para sacarlo de carrera.
El miércoles, ante la sublevación militar, el exmandatario convocó a sus fuerzas a movilizarse a favor de la democracia, sin mencionar jamás a Arce.
Si bien el protagonismo hoy se lo lleva Arce, el exgobernante sigue "siendo el líder moral de la izquierda boliviana y creo que va a ser muy difícil que Arce pueda ponerlo en una caja o excluirlo" de cualquier proceso de negociación política, estima el analista de la Universidad Cornell.
Con unos 12 millones de habitantes, Bolivia atraviesa una profunda crisis derivada de la caída de los ingresos por la exportación de gas, su principal fuente de divisas hasta hace dos años.
El país se está quedando sin gas por la falta de inversiones en exploración. Arce y Morales se culpan entre sí de la desfinanciación de la industria.
A menos exportaciones, menos dólares y menos importaciones de combustible que el Estado vende a precios subsidiados.
También el costo de vida ha subido. A mayo, la inflación acumulada fue del 1,95% respecto al 0,55% del en el mismo mes de 2023.
Lo ocurrido el miércoles "no contribuye en nada a mejorar la situación económica, al contrario lo vuelve más difícil (...) la incertidumbre tiende de ser mala para los negocios", sostiene el académico del Northeastern University.
Por lo pronto, el fallido golpe militar aumentará el "sentimiento de crisis" entre los bolivianos, que ya tenían bastante con los problemas económicos, apunta por su parte el profesor Macías-Flores.