Una reciente encuesta difundida por el diario El Deber revela que el 24.53% de los bolivianos aún no sabe por quién votar en las próximas elecciones presidenciales.
Sin embargo, el bajo nivel de intención de voto de los primeros candidatos y la reducida muestra de población encuestada siembran serias dudas sobre la veracidad y utilidad de estos datos.
Con apenas 2.500 encuestados en 96 municipios, los resultados publicados por el periódico El Deber despiertan dudas sobre su representatividad. ¿Puede esta encuesta reflejar el sentir de 7 millones de votantes en Bolivia?
La encuesta de El Deber, más allá de sus cifras, pone sobre la mesa una verdad incómoda: Bolivia atraviesa una profunda crisis de representatividad.
Las encuestas deben ser una herramienta útil para entender a la población, no un instrumento para manipularla.
En las próximas elecciones, serán los millones de votantes —no las 2.500 personas de un muestreo limitado— quienes decidirán el futuro del país. Y ese voto, cargado de frustración pero también de esperanza, podría dar sorpresas a quienes hoy se sienten cómodos en las primeras posiciones de una encuesta sin credibilidad.
La última encuesta publicada por el periódico El Deber ha generado polémica entre analistas, ciudadanos y actores políticos.
Según el estudio, más del 24% de los encuestados no tiene definido su voto, mientras que ninguno de los candidatos supera el 22% en intención de voto.
Este escenario deja en evidencia una profunda fragmentación política, pero también despierta serios cuestionamientos sobre la validez estadística de la encuesta en cuestión.
¿PUEDE UNA ENCUESTA DE 2.500 PERSONAS HABLAR POR 7 MILLONES DE VOTANTES?
La encuesta fue aplicada en 96 poblaciones del país, lo que equivaldría a un promedio de solo 26 encuestados por municipio. Con semejante dispersión y número limitado de personas, surgen dudas legítimas:
¿CÓMO FUERON SELECCIONADOS LOS MUNICIPIOS Y LOS ENCUESTADOS?
¿Representan a las distintas regiones, clases sociales y áreas urbanas/rurales del país?
¿Hubo algún sesgo en la formulación de preguntas o en el procesamiento de datos?
Muchos observadores consideran que este tipo de estudios no reflejan con precisión la realidad del electorado boliviano. "Las encuestas se han convertido más en herramientas de presión mediática y construcción de narrativa política que en instrumentos de medición objetiva", señaló el abogado y analista, Dulfredo Flores.
UN PAÍS QUE DESCONFÍA DE SUS POLÍTICOS… Y DE SUS ENCUESTAS
Los bajos porcentajes que ostentan los principales presidenciables son un reflejo del creciente desencanto social con la clase política.
La ciudadanía percibe una falta de propuestas claras frente a los verdaderos problemas nacionales, como la inflación, el desempleo, la crisis energética, la inseguridad y el deterioro de los servicios de salud.
En este contexto, el hecho de que casi uno de cada cuatro bolivianos no haya decidido su voto debe interpretarse como un mensaje de hartazgo y falta de esperanza.
El electorado exige más que discursos: quiere planes viables y líderes que inspiren confianza y transparencia.
¿ENCUESTAS FALSAS O CIUDADANÍA MÁS DESPIERTA?
Los cuestionamientos no solo apuntan al tamaño y distribución de la muestra, sino también al momento político en el que se publica la encuesta.
Algunos sectores sostienen que este tipo de sondeos busca favorecer la percepción de ciertos candidatos y desanimar la participación ciudadana en proyectos emergentes o independientes.
¿QUIÉNES LIDERAN LA ENCUESTA?
De acuerdo con los datos publicados por El Deber, estos son los cinco candidatos presidenciales con mayor intención de voto:
La contienda es reñida entre los candidatos presidenciales Samuel Doria Medina (21,76%) y Jorge Tuto Quiroga (20,70%). El estudio, elaborado por Spie Consulting SRL, muestra además un elevado voto blanco (14,76%) e indeciso (5,31%), claves para definir el desenlace electoral.
A esto se suma un alarmante 24.53% de encuestados que respondieron no saber por quién votar o prefieren no responder, un dato que supera con amplitud al primer lugar en intención de voto.